martes, 28 de septiembre de 2010

Poesia II


Le dijo al reloj,
que ya no le hablaba,
que las horas más tristes pasaba,
descorchando un antiguo vino

Que el sol ya no la ilumina,
ni donde esconderse tiene,
de la sombra a la que más teme,
llamada soledad

No te olvides de una cosa,
aún en tus ojos ya marchitados,
de la rabia y el desconsuelo, 
se ve a través de ellos,
una aurora boreal

Delicada amargura,
tú que siempre reapareces,
con un arrugado vestido blanco,
lleno de flores y de esparto, 
deberías darte a la fuga

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