Le dijo al reloj,
que ya no le hablaba,
que las horas más tristes pasaba,
descorchando un antiguo vino
Que el sol ya no la ilumina,
ni donde esconderse tiene,
de la sombra a la que más teme,
llamada soledad
No te olvides de una cosa,
aún en tus ojos ya marchitados,
de la rabia y el desconsuelo,
se ve a través de ellos,
una aurora boreal
Delicada amargura,
tú que siempre reapareces,
con un arrugado vestido blanco,
lleno de flores y de esparto,
deberías darte a la fuga