jueves, 20 de diciembre de 2012

Ojalá fuese un día como otro cualquiera.


La historia comienza así, conmigo tirada en la cama un sábado por la mañana, una fina sábana es lo que separa mi piel de tus ojos, piel de gallina producida por la brisa que corre a través de la ventana, donde estás tú, fumando mirándome, y entonces en un momento te encuentras a mi lado, y me estremezco, y me besas, y me calmo. Yo, todavía dormida, me giro para un lado y sonrío en sueños y entonces tú ríes  y me acaricias la pierna. Beso en la frente, en los labios, en el pecho, "Olaya, hay café recién hecho.", beso en el vientre, beso en la cadera.

La historia se desarrolla así, contigo caminando por la arena, en una playa vacía, si no fuera por mi y mis ganas de tenerte. El sol pega fuerte y me pican los ojos, intento encontrarte pero no lo consigo, y decido levantarme de la toalla y caminar hasta tu espalda, y de repente el agua es nuestro escenario. "No empieces" dices sonriendo, "No había terminado nunca" te respondo, y empiezo a correr hacia ninguna parte esperando que tú vengas detrás, y lo haces, y me derribas con los brazos.

"Se hace tarde" nos advirtió la marea, por lo que muy decididos recogemos nuestras cosas, y ya en casa con el atardecer por delante, decidimos comernos a nosotros. Y sí que es cierto, me gustan ese tipo de comidas, donde yo decido cual es el primero, cual es el segundo y tú me tienes de postre. 

Pero no acaba aquí, un camino empedrado lleno de fotos, humo y música define las horas. "Esto es gloria" proclamo, "Esto es tú y yo" susurras, como contándoselo al sol que poco a poco nos deja a solas. 

La historia acaba así, con nosotros en un antro de mala muerte, vaso bajo, al igual que mis ojos que caen despacio hasta tu boca, y me chupas la nariz, y mientras río te agarro del pelo, "Me gusta esta canción" digo interesante, "Me gusta que te guste" respondes, "Es que eres un encanto". 

Al salir del bar, la noche es otra cualquiera, el chico que está fuera es otro cualquiera, la botella que sostengo es otra cualquiera, pero me brillan los ojos ya medio cerrados, tu boca está roja al igual que las mejillas, mi pelo despeinado y lleno de nudos reposa en tu pecho, y enciendes un cigarro, "¿Quieres?", "Claro que (te) quiero". 

Y se acaba, se acaba todo, el tabaco, el alcohol, la noche, nuestros besos, esta historia.

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