Aquellos días jugando a ser mayores en esquinas protegidas de Madrid,
que prestan sus lugares al precio de quererse hasta morir.
84
Divagando entre recuerdos, bajo aquellas escaleras en las que hicimos historia,
recojo del suelo las colillas de al lado de la cama donde nos reencontramos,
me bebo ese último sorbo de cerveza que dejaste olvidado cuando empezaste a besarme,
guardo aquel vinilo de jazz que dejaste puesto antes de invitarme a bailar,
y por último, aparezco justo en esa estación mirando al otro lado del carril, donde un día
me dijiste adiós con un sonrisa, y allí, me paro a escribirte estas lineas.
Lo peor es, que cuando quiero regresar, la realidad ya me queda muy lejos.