Esta guitarra cínica y dolorida,
con su terco knock knockin' on heaven's door,
estos labios que saben a despedida,
a vinagre en las heridas
a pañuelo de estación.
Joaquin Sabina
Deambulaban pasada la madrugada, litrona en mano, sonrisa en la cara, y cosquillas en las manos.
De vez en cuando caía un beso en los labios de ella, un choque de hombros, o un chiste malo.
Llegando a un parque no muy lejos, se fumaban las dudas a un ritmo desenfrenado.
Las pocas estrellas que había en el cielo les dieron un pequeño empujoncito,
para que arañando hasta el último segundo se volvieran a comer besos.
`Cuanto te echaba de menos´ decían al compás, aunque debían saber que eso no era suficiente,
más y más besos, más y más risas, envidia de la luna, baladas de amor.
Tenían la sangre alterada, los ojos chispeantes y mucha noche por delante.
...
Al menos, pensaban ellos, es que lo mejor de los momentos intensos es que puedes hacerlos eternos si confías.