lunes, 22 de marzo de 2010

Oh Julie.




El sol se desplaza lento por el horizonte, mientras Julie lo contempla adormecida entre los campos de trigo. El murmullo de los grillos convierte la escena en un paisaje armonioso, tranquilo, apacible...
La brisa del viento hace que el pelo rizado de ella se revuelva. Unos pocos mechones le tapan la vista, y se ríe para sus adentros de la vida. Veo como su cara refleja la niñez perdida, y me entristezco.
Tan pronto como el campo se vuelve de color atardecer, Julie corretea agitando su vestido blanco de punto, vaporoso, se tropieza y vuelve a reír, como hace siempre.
De repente ella se vuelve hacia mi, sus ojos verdes chispeantes relucen más que las estrellas, parecen hoy aún mas grandes, y de las comisuras de sus labios se suceden unas cuantas palabras.
— La vida tendría que ser siempre así de fácil.
Yo la abrazo y le hago cosquillas. Oh Julie, cuanta razón tienes.

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